Cubanas perciben crisis económica, pero no inequidades de género

El incremento del trabajo por cuenta propia y la eliminación de la doble circulación monetaria son cambios esperados por las cubanas para aliviar una crisis económica sostenida en la isla caribeña durante más de dos décadas, con efectos significativos entre la población femenina.

En ello coincidieron medio centenar de entrevistadas por la psicóloga Norma Vasallo para un estudio realizado en 2013 sobre la percepción entre las mujeres de los cambios socioeconómicos que tienen lugar en el país.

La presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana concluyó que las actuales aspiraciones entre grupos femeninos no se relacionan con la obtención de derechos para ellas, «sino con el mejoramiento de la calidad de los servicios».

«Tampoco se pide el reconocimiento a que se valore con igual importancia los ámbitos productivo y reproductivo de la economía», advierte la especialista en una ponencia publicada en las memorias del evento Mujeres del siglo XXI, efectuado en La Habana a fines de noviembre pasado.

Vasallo vincula estas tendencias con «una insuficiente conciencia de desigualdad en la distribución de los roles en esos espacios», aunque son ellas las más necesitadas de la mayoría de las políticas socioeconómicas que hoy se trasforman.

Desde su llegada a la presidencia en 2008, Raúl Castro ha impulsado reformas que incluyen el fomento del trabajo por cuenta propia, el fortalecimiento de la institucionalidad estatal y el cese de prohibiciones como la compra-venta de autos y viviendas, las posibilidad para nacionales de acceder a instalaciones turísticas, la apertura migratoria, entre otros derechos civiles.

Según el estudio cualitativo realizado por Vasallo, la mayoría de la población femenina se siente en condiciones de participar de las nuevas posibilidades, con la aspiración de mejorar sus condiciones de vida.

Una de las transformaciones más esperadas es el incremento del trabajo por cuenta propia, no solo como alternativa personal de empleo, sino como vía para la solución de problemas de la producción y los servicios.

Según cifras oficiales publicadas en diciembre pasado, 26 por ciento de las 444.109 personas dedicadas al trabajo por cuenta propia en Cuba son mujeres. Las actividades más demandas a nivel general corresponden al ámbito gastronómico, seguidas por el transporte de carga y pasajeros y el arrendamiento de viviendas.

No obstante, la investigadora encontró cierto pesimismo sobre la posibilidad de superar la crisis, teniendo en cuenta que muchas de sus entrevistadas tenían menos de cinco años en la década del noventa, cuando la caída del campo socialista marcó una depresión económica de la cual el país aun no se recupera totalmente.

Las necesidades y la percepción de la realidad van de la mano en este caso pues, para explicar la crisis, ellas refieren escasez de productos, poco dinero disponible, desempleo e incremento de desigualdades y males sociales como robos, corrupción, prostitución y violencia.

El impacto de esa compleja situación económica al interior de las familias también les preocupa, pues advierten «el incremento de necesidades no satisfechas y un clima socio-psicológico tenso que deriva en conflictos y discusiones» en este ámbito, refiere la profesora.

Ellas llevan el peso de la vida cotidiana y para enfrentarla limitan sus gustos, necesidades personales e intensifican las jornadas de trabajo, lo cual muchas veces deviene estrés sostenido.

«La mujer es siempre la que tiene que inventar para administrar el dinero que entra en la casa y que alcance al menos para cubrir las necesidades básicas», declaró una de las entrevistadas.

«Ahorrar más», «trabajar más», «esforzarse más» y «ser optimistas» fueron respuestas frecuentes al indagar por estrategias para afrontar las dificultades.

«No hay cuestionamiento a los roles tradicionales de las mujeres ahora incrementados; sin embargo, emerge el optimismo como señal de crecimiento», señala Vasallo.

A tono con otras investigaciones sociales, la sobrecarga doméstica apareció entre los problemas más importantes de las mujeres de hoy, pero esta se entiende como natural, sin alternativas para redistribuir esas tareas.

El reconocimiento del trabajo doméstico como aporte económico es un desafío de la sociedad cubana actual, cuya tendencia al envejecimiento poblacional pone en alerta el tema del cuidado, defiende la psicóloga social.

De sus entrevistadas, todas en edad reproductiva, 40 por ciento no tiene hijos y 20 por ciento solo tiene uno; pero el 23 por ciento tiene a su cargo uno o dos adultos mayores.
«A la sobrecarga doméstica de las mujeres estudiadas, le sigue la imposibilidad de acceder a más dinero y la consecuente y permanente preocupación por la alimentación de la familia y en particular los hijos», expresa el artículo.

Ellas siguen aspirando a tener más dinero para satisfacer las necesidades fundamentales, el problema principal con el que identifican una crisis económica.

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