Al hablar de violencia machista estos días de confinamiento, se nos ponen los pelos como escarpias cuando se oye decir del Instituto de la Mujer que se han efectuado 8.000 llamadas más al 016 desde que empezó el estado de alarma de las que hubo en el mismo periodo en 2019, según su informe ‘La perspectiva de género, esencial en la respuesta a la COVID-19’. Impresiona pensar en la ‘nueva normalidad’ bajo estos términos. Como impresiona también destapar datos para poder tener elementos con los que comprender la realidad. No hay nada que te quite o te de más la razón, que un buen dato.

De aquí que el proyecto Datos contra el Ruido haya trabajado durante muchos meses con herramientas opensource con el fin de mostrar la presencia de las violencias machistas en el Estado español, abarcando, según el término técnico, la violencia de género que se da en las relaciones de pareja o expareja, la doméstica, que ocurre en el ámbito familiar, y la físico sexual, que se da cuando no hay un grado de parentesco. Un grupo de mujeres tecnólogas hemos trabajado todo este Big Data que suponen los miles de archivos del Consejo General del Poder Judicial y del Ministerio del Interior, que publican de manera abierta, para concluir que queremos compartir nuestras reflexiones, a través de este artículo, del desolador panorama y proponer algunas claves de futuro.
Datos para contrastar la gravedad de la situación

El año pasado se presentaron en España 192.832 denuncias por violencia machista. Esto es, 22 denuncias cada hora. En conjunto, ha crecido el número de denuncias, 1,8% respecto 2018. Quizá es demasiado atrevido decir que este país es más maltratador que chorizo o trapichero, aunque a los hechos nos remitimos.

Las denuncias relacionadas con el tráfico de droga en todo 2019 suponen prácticamente el mismo número de denuncias que cada mes se presentan por violencia machista, que son 16.069 denuncias por violencia de género, violencia doméstica, violencia sexual según el CGPJ y Ministerio del Interior. Datoscontraelruido.org. Hay más violencia machista que violencia en robos en domicilios, y establecimientos (142.780 denuncias en 2019). Es espeluznante que en 2019, uno de cada seis asesinatos fuera perpetrado por la pareja o la expareja (dejamos fuera también otras variedades de violencia machista). Como lo es también comprobar que hay cinco veces más violencia en espacios privados o “puertas adentro” que en la calle. La violencia machista generó prácticamente 100.000 denuncias por lesiones graves y leves frente a las 19.974 que se generaron en lo que la ley llama ‘riñas y tumultos’.

Lo que nos está diciendo el análisis de este Big Data judicial es tan sencillo como horroroso. Todo lo que no podemos ver, porque ocurre en espacios domésticos, multiplica con creces lo que ocurre en la calle, en los espacios públicos. En otras palabras: hay hombres que lesionan y/o delinquen hasta cinco veces más en espacios privados que en públicos. Pero no se ve. Y, tradicionalmente, nuestras democracias representativas liberales han preferido no entrometerse en lo que pertenecía al ámbito privado. Al final, estas democracias fueron fundadas bajo el mito de la separación entre público y privado. Sin embargo, otros ámbitos “privados” como lo que ocurre en una empresa está regulado, lo que ocurre entre dos partes que hacen negocios está regulado, pero lo que ocurre entre hombre y mujer parece no estarlo tanto, a tenor de los hechos. La violencia machista no es un problema de puertas adentro, porque la seguridad de la integridad física, emocional y moral es el pilar de nuestras sociedades. Necesitamos que nuestras instituciones y parte del inconsciente colectivo deje de ver solo lo público como político e incluir lo que ocurre puertas adentro, es decir la violencia machista, en la esfera de lo político.

El impacto social de los delitos relacionados con las violencias machistas es altísimo. Hoy supone alrededor del 12% del total de delitos que se producen en el Estado Español. Por tanto parece razonable reclamar mayor atención a esta pandemia social, creando mejores datos, para comprender este horror. Saber los porcentajes de casos archivados en Violencia de Género (37%) es mucho, saber cuántos casos se absuelven (10.1%) y cuantos se condenan (21.3%), también. De momento, solo podemos saber algunos indicadores de la Violencia de Género, pero fuera quedan los datos de Violencias Sexuales, Violencias Domésticas y otras manifestaciones de violencia hacia las mujeres, más allá de las relaciones de pareja. Pero lo que realmente supone un verdadero cambio revolucionario es transformar la manera en la que los datos se recogen. ¿Quién decide qué datos se compilan durante todo el proceso criminal de la violencia machista? ¿Cómo se categoriza la información? ¿Qué preguntas se quieren responder con la compilación de datos? Y lo más relevante, quién decide todo esto.
Más que nunca, necesitamos más tecnólogas analizando y proponiendo maneras más idóneas de recolectar los datos que analizan las violencias machistas.

Este es uno de los muchos cometidos que las mujeres tecnólogas tenemos para los próximos años. Y, por eso, desde Digitalfems os invitamos a conocer el trabajo y formar parte de esta comunidad que analiza datos (big data) de las violencias machistas, prepara las visualizaciones de estos datos, y que contribuye a crear datasets en el Gender Data Lab acerca de violencias machistas.

Las amigas, hermanas, vecinas que han llamado estos días de confinamiento al 016, no han podido “enseñar” al exterior qué infierno están viviendo, no han podido denunciar su situación. Admitamos ya la necesidad de sacar hacia fuera esta angustiosa patología, la violencia que cada años miles de hombres ejercen sobre mujeres.

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