A Wikipedia le sobra testosterona

Horas antes de que Mitt Romney anunciara que Paul Ryan sería su compañero de tique presidencial, la entrada de Wikipedia del entonces desconocido congresista de Wisconsin se retocó hasta 100 veces. Lo mismo había pasado cuatro años antes. La página de Sarah Palin tuvo 68 modificaciones el día que se presentó al mundo y 54 el día anterior. Sus asesores sabían que lo primero que harían millones de personas al oír esos nombres sería lo que hacen con todo: googlear y ver qué dice Wikipedia.

Quien no está en Wikipedia no existe y lo que dice va a misa. Ninguna otra fuente de conocimiento tiene tanto peso y alcance como esta enciclopedia global que puede escribir cualquiera desde su casa, siempre y cuando el resto de la comunidad acepte sus aportaciones. El problema es que el 91% de esos editores voluntarios son hombres. Y esa cifra es de hecho todo un logro. A principios de la década pasada solo había un 3% de mujeres contribuyendo. En inglés las editoras alcanzaban un heroico 13%.

Mínima representación. La otra cara, más polémica, del llamado «gender gap» (desequilibrio de géneros) de Wikipedia está en los temas que aborda. Faltan biografías de mujeres y muchas de las áreas consideradas tradicionalmente de interés femenino están poco representadas, como reconoció Jimmy Wales, el cofundador de la enciclopedia, en el último Wikimania, el congreso que se celebra anualmente en algún lugar del mundo y que este año fue en Washington. Allí se habló de algo que había tenido muy acalorados a los editores en los debates internos de la web: el vestido de boda de Catalina Middleton. El día que se casó la duquesa de Cambridge alguien escribió una detallada entrada sobre su McQueen. Pero inmediatamente surgieron objetores. «Esto es trivial», dijo un usuario que votaba eliminar el artículo. «¿Qué será lo próximo, otro artículo sobre sus zapatos?», apuntaba otra, por cierto, mujer. Finalmente, se optó por mantenerlo. Wales celebró la decisión y denunció un sesgo no ya masculino, sino «geeky» en los temas que trata la enciclopedia. «Tenemos como 100 entradas sobre distintas funciones de Linux, que apenas tienen impacto sobre la cultura general», afirmó. En cambio, hay temas de moda y belleza que se consideran «tonterías para chicas».

La misión de la estadounidense Sarah Stierch es tratar de paliar este desequilibrio, empezando por detectar los motivos de por qué no hay más mujeres editoras. «El conocimiento de los hombres se ha dado por hecho desde el principio de los tiempos y quizá los wikipedistas participan de esa ventaja. La historia siempre la han escrito hombres. Además, editar Wikipedia requiere ciertos conocimientos técnicos que tienen más hombres que mujeres. Hay más hombres que saben programar», afirma Sarah. Pero hay algo más: el ambiente hostil y en cierta manera macho que se da en algunos foros de discusión. «¡En Internet es tan fácil comportarte como un idiota! Nadie ve tu cara ni tu nombre real. La comunidad de wikipedistas puede ser inmadura y poco profesional. Eso nos frena a la hora de reclutar mujeres y expertos de todo tipo. A ellas les atraen más las situaciones poco agresivas y les repelen las confrontaciones que les gustan tanto a algunos wikipedistas», concluye. Para corregir esos duelos al sol entre editores (que al fin y al cabo no cobran ni firman: solo reciben como premio a su trabajo el orgullo de dejar su impronta en el mundo), Stierch puso en marcha el proyecto Teahouse (Casa de té). Un entorno más fácil de utilizar y con voluntarios amables, para atraer a nuevos editores. De momento, ha conseguido elevar al 33% el número de mujeres editoras.

Pero no le hablen a Stierch de Catalina Middleton. Ni de lo cortas que son las entradas dedicadas, por ejemplo, a Manolo Blahnik y Jimmy Choo, sobre todo si se comparan con el artículo de Moe, el dueño de la taberna de Los Simpson, que goza casi de honores de Estado en Wikipedia. «Pondré los ojos en blanco», bromea. Y, como ella, muchos de los que consideran sexista que un vestido de novia sea emblema de los intereses de las mujeres. «Las wikipedistas no escribimos solo de moda, belleza y películas para chicas. Editamos temas de deportes, viajes, arte, fotografía, tecnología…». Aun así, Sarah cree que la famosa entrada sobre el traje nupcial, con sus detalles exhaustivos sobre el «encaje irlandés de Carrickmacross» y «la cola de 270 centímetros / 110 pulgadas» sí fue víctima de discriminación «por parte de editores, que desprecian un tema que no creen relevante». Y señala otros desequilibrios que juzga más graves: «La salud femenina, la historia del feminismo, las biografías de mujeres… No están tan bien cubiertas».

Contribución activa. Esther Solé, que es historiadora y wikipedista ocasional, sabe navegar a la perfección las aguas de esa comunidad «inmadura» de la que hablaba Stierch. «Si alguien me hace una corrección, me lo tomo bien. Es una labor colectiva». Superados los baches técnicos, «es solo un poco más complicado que un procesador de textos normal», para ella ahora el mayor peligro de ser wikipedista es todo el tiempo que pasa allí procrastinando, según confiesa. Escribir una enciclopedia no tiene por qué ser una empresa solitaria. Desde hace unos años se organizan edit-a-thons, maratones de edición en los que se escriben, por ejemplo, múltiples biografías de mujeres olvidadas por la historia.

«Nos juntamos, hablamos, reímos y nos ayudamos las unas a las otras. Lo comparo a las mujeres que se juntaban para coser una manta de patchwork«, dice Stierch. Los wikipedistas catalanes organizaron un encuentro similar en el Ampurdán el mes pasado, coincidiendo con el Women History Month (Mes de la Historia Femenina). Àlex Hinojo, editor veterano, exhibe con orgullo uno de los resultados: una entrada sobre la pintora surrealista Ángeles Santos Torroella, que ya ha sido traducida a cinco idiomas. Gracias a ellos, Ángeles existe en el mundo.

Fuente: El País

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