Una postura incómoda: crítica feminista y medios de comunicación

El sociólogo Pierre Bourdieu sentenció sabiamente que “las feministas necesitan una revolución simbólica”. Abocadas a construir ese otro mundo de relaciones, a trastocar los signos de la opresión y edificar una sociedad justa, hemos asumido la disputa del escenario público y mediático no solo para denunciar la opresión de las mujeres, la desigualdad e injusticias que genera el patriarcado, sino también para construir otros significados y nuevas maneras de decir.

En Cuba, esa vigilancia mediática ha estado en manos de intelectuales, especialistas, escritoras y activistas. A lo largo de los años la crítica feminista en los medios masivos de comunicación ha tenido altas y bajas[1]; manteniéndose a partir de publicaciones especializadas y firmas reconocidas, principalmente. Lejos de acomodarse, la crítica feminista asume su posición incómoda; desde diversos frentes deja ver los nuevos maquillajes de la dominación y narra pequeñas revoluciones cotidianas.

En la última década cosechamos cambios importantes en la relación entre Género, Comunicación y Feminismo. Transformaciones que expresan una comprensión más profunda acerca de los nexos entre ambos campos desde el punto de vista epistémico, político y cultural.

En su conjunto, los estudios de Género y Comunicación contribuyen a caracterizar la construcción simbólica de la sociedad patriarcal cubana en distintos períodos de tiempo, a partir de la comprensión de los mecanismos, relaciones, estructuras y prácticas mediante los cuales se producen las representaciones mediáticas machistas.

El sistema de comunicación nacional sigue bajo escrutinio como un aparato discursivo y cultural que configura, reproduce y actualiza la “naturaleza” del patriarcado, incluyendo nuestras particularidades criollas.

Pero la comunicación pública va ampliando su presencia no solo como categoría de análisis en las investigaciones sociales que asumen la perspectiva de género y/o feminista, sino también como herramienta y eje desde el cual se conciben procesos y proyectos. La “creatividad” se abre paso en organizaciones, colectivos de mujeres e incluso académicas que encuentran en el escenario mediático un espacio de resistencia, una plataforma en la que pueden amplificar sus discursos y superar las fronteras nacionales.

A los artículos, publicaciones especializadas, piezas creativas, audiovisuales e incluso la presencia en las redes sociales le ha aportado la perseverancia, la labor pedagógica y el impacto de feministas académicas cubanas. Desde las universidades y centros de investigación se ha construido un cuerpo de conocimientos vital para la diversidad de propuestas actuales.

Ese vuelco de y hacia los medios está mediado también por la “democratización” que prometen las TICS, la creación de nuevos proyectos desde una perspectiva de género y/o feministas y el apoyo de organizaciones de cooperación internacional.

El contexto nacional marca profundamente los tópicos y características de esa intervención feminista en el escenario comunicativo. Sobre todo desde 2010, momento en que el gobierno de la isla emprendió un proceso de cambios complejos en el orden económico y político, con impactos diversos.

Esas transformaciones se expresan en un contexto comunicativo en el que conviven medios clásicos con las “nuevas” plataformas digitales; donde circulan publicaciones estatales y privadas; donde se produce y consume una comunicación “alternativa”que escapa no solo del control estatal sino que expresa cambios en la concepción de los procesos de distribución y consumo.

En medio de esas circunstancias, procesos y tensiones se puede rastrear una agenda de género y feminista que incluye, entre otras preocupaciones: las brechas de desigualdad que desempolvan las actuales transformaciones económicas; la violencia machista como punto de convergencia y los aportes de un ciberactivismo “interseccional” que integra en las nuevas plataformas digitales la lucha contra el heteropatriarcado racista.

Sobre estas tres líneas temáticas quiero comentar brevemente, porque desde mi experiencia como periodista y mis “sospechas” como feminista son ejes que están marcando los feminismos en Cuba, y tienen un fuerte componente comunicacional.

Transformaciones económicas: Atentas a la economía política del patriarcado

Los cambios vividos en Cuba a partir de 2010 con la “actualización del modelo económico” y los derroteros futuros del proyecto socialista cubano, son debatidos desde diversos espacios. Aún los análisis que ofrecen una mirada global sobre la isla no integran en su mayoría la teoría y política feminista, sin embargo, economistas, comunicadoras, investigadoras y activistas hablan de economía y feminismo en Cuba.

La investigadora Mayra Espina ejemplifica algunos de los retos que enfrenta el escenario nacional “tensionado por un grupo de problemas de alta complejidad que se entrecruzan”. Entre ellos la autora ubica “la combinación de la crisis económica internacional con una crisis interna; la baja eficiencia productiva; la tendencia creciente de las desigualdades sociales y las afectaciones a la equidad”.

Incremento de la productividad, necesidad de fuerza de trabajo, eficiencia y centralización de los servicios, ampliación del trabajo por cuenta propia, son algunos de los núcleos de ese complejo escenarioque se relacionan, invariablemente, con estructuras patriarcales y estereotipos machistas.

En 2014 un grupo de feministas levantamos la voz -y eso significa poner a circular en los medios de comunicación artículos, post, cartas públicas, reportajes- sobre la tendencia ¿o política? que responsabilizaba a las cubanas por la baja natalidad en Cuba. Recordemos que la fecundidad no garantiza desde hace décadas el remplazo poblacional en la isla y para 2030 el 25 por ciento de la población tendrá más de 60 años. En aquel momento comenzaron a aparecer de manera sistemática noticias, artículos, reportajes que no incluían otras variables en el debate e indicaban que “la alta calificación de las mujeres” era un freno para la fecundidad en Cuba.

A raíz de estas alertas desde diversos espacios se generaron cuestionamientos, reportajes y debates más profundos que denunciaban estas expresiones discriminatorias y machistas como injerencias en los derechos sexuales y reproductivos de las cubanas y un mecanismo de control sobre su cuerpo y su sexualidad.

Proveniente de una tradición propiamente cultural y sociológica, la crítica y el análisis feminista en Cuba se diversifica y aporta visiones nuevas, perspectivas integradas que desde la noción tradicional y patriarcal de los medios y la academia no se valoran con suficiente interés. Uno de ellos el análisis feminista de la economía.

En mi opinión la reforma económica propició un mayor interés, conciencia y visibilización de la importancia de promover análisis feministas de las transformaciones. Por eso hoy no es tan raro encontrar análisis que vinculan las políticas económicas, los lineamientos del Partido y el Plan de Desarrollo para 2030 con el lugar de las mujeres en la reforma, el trabajo doméstico no remunerado, los impactos de la reducción de servicios públicos en la sobrecarga familiar y, por ende, en las mujeres, los derechos laborales en el sector privado, las experiencias de mujeres emprendedoras cubanas, etc. Sobre estos asuntos también se han organizado talleres de formación para profesionales de la comunicación y encuentros de mujeres “emprendedoras”.

La violencia machista nos convoca

Un recorrido por los—aún escasos—espacios de debate sobre género y feminismo, una sistematización de las demandas de colectivos de mujeres y feministas en Cuba, la consulta de medios especializados y algunas publicaciones territoriales, la revisión de los programas de postgrado en género y comunicación, los lineamientos del partido, todos tienen un asunto en común: la violencia contra las mujeres y las niñas.

Semejantes confluencias no son casuales y han necesitado de años para concretarse. Hoy contamos con importantes referentes internacionales imprescindibles para el abordaje integral de la violencia machista en Cuba; existe un acumulado de persistencia, compromiso y resultados de investigación de especialistas, quienes a pesar de las limitaciones y silencios han mostrado las características de la violencia machista en la isla, sus costos y posibles estrategias para hacerle frente de manera integral.

Desde la comunicación, la violencia machista nos plantea tres direcciones: la primera es el Sistema de Comunicación como un subsistema dentro del Sistema Patriarcal que reproduce, justifica a través de imaginarios machistas la violencia patriarcal; la segunda es la violencia simbólica que ejercen nuestros medios en el contexto actual y la tercera…las potencialidades de la comunicación para denunciar, sensibilizar, convocar y generar nuevos significados.

Las dos primeras, pudiera decirse, cuentan con más recorrido en nuestro contexto. La denuncia de una comunicación que naturaliza un orden de género heteropatriarcal, binario y discriminatorio puede llenar varias páginas de un buscado. Y quizá,de manera no planificada, se está asentando la idea de que la comunicación es un eje estratégico en todo proceso, incluyendo el abordaje integral de la violencia machista.

El tratamiento mediático de esta problemática ha ido en ascenso, aún atado a visiones fragmentadas, poco seguimiento de la temática, relegándola a espacios informativos de menos alcance, con una cobertura informática básicamente. En los pocos casos donde se denuncian feminicidios muchas veces se reproducen códigos que espectacularizan los hechos violentos, exponen a las víctimas y no a los victimarios, y no ofrecen un análisis estructural de la violencia machista.

Hace poco se dio la noticia de un encuentro de especialista e investigadores sobre violencia por motivos de género. Releyendo la noticia de que el grupo de expertas y expertos habían llegado a consensos sobre esta problemática, entre ellos la necesidad de un marco legal y una institución estatal para el abordaje integral de la violencia de género me hizo recordar el año 2013 cuando creamos una lista de correos y socializamos declaraciones sobre un caso de violencia. En aquel momento se hablaba ya en Cuba de la necesidad de una ley, y se ha hablado mucho y seguido. Con esto quiero decir que haciendo historia podemos reflexionar sobre cuánto hemos cambiando en tan solo 5 años, cómo las listas de correos han dado paso a los grupos en Facebook, las campañas de recolección de firmas y construcción de agendas comunes a campañas nacionales con mayor visibilidad.

Activismo LGBTIQ…un incentivo a transgredir desde la web

Las redes sociales y los blog personales son hoy la plataforma que une a activistas LGBTIQ en Cuba. Es en esos grupos y espacios donde encuentro variaciones y revoluciones importantes, que no son nuevas y que desde el propio activismo se van sistematizando.

En Cuba, por muchos años, hemos hablado principalmente desde los aportes del feminismo académico. Pero a través de diferentes grupos e identidades se van revelando -precisamente a partir de medios de comunicación- diversos discursos y prácticas feministas que se desarrollan en la isla: ciberfeminismo, afrofeminismo, feminismo lésbico, posicionamientos desde la teoría queer. Quienes denuncian, reflexionan, reclaman y proponen no lo hacen desde una categoría “científica” clásica; construyen y producen -desde lo teórico y lo vivencial- conocimientos en materia de sexualidad, derechos, género, feminismo, lucha antirracista, etc.

El activismo LGBTIQ en Cuba aporta el observatorio sistemático del contexto mediático y social; la producción y socialización de contenidos diversos; la convocatoria a establecer agendas y consensos políticos; la interpelación directa a autoridades públicas y en algunos casos la integración o interseccionalidad en su activismo.

Aunque sigue siendo precario el acceso a las redes sociales e internet el activismo de gays y lesbianas en Cuba nos convoca a ser más creativas, construir y posicionar nuestros propios mensajes, apostar por las redes como un espacio en el que podemos hacer comunidad.

Para ello debemos sortear no solo los obstáculos tecnológicos, necesitamos aprehender las herramientas y lenguajes digitales, un recurso “nuevo” no solo para las feministas cubanas más longevas a quienes necesitamos en todas las posibilidades que ofrece la comunicación sino también para las que estamos en la frontera de la era digital.

Al igual que los colectivos LGBTQ, estamos también ante una paradoja compleja; llamadas a convertirnos en “nativas digitales” no podemos quedarnos solo en el espacio virtual. No creo que sea una opción viable fortalecer un ciberfeminismo que se regodee en la soliloquio, “desconectado o incapaz de revertir la participación ciudadana en línea en una práctica política organizada y corporizada” como alertara en 2015 mi colega y amiga Helen Hernández Hormilla
[1] De 1993 a 1996 existió en Cuba la Asociación de Mujeres Comunicadoras la primera, y hasta el momento única, asociación que centrara sus acciones en el ámbito de la comunicación desde una perspectiva feminista. Las magineras como todavía se conocen gestaron espacios de debate y formación, intercambios con académicas internacionales, investigaciones y productos comunicativos diversos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

cinco − dos =